CRÓNICA

Otra mirada más allá de los bloqueos

Carolina Espina.

Cargando una enorme bolsa de mandado en un brazo y en el otro un canasto de palma, su rostro refleja el cansancio y sus fuerzas merman a cada paso.

El camión la dejó muchas cuadras antes de su destino. No hay paso, está bloqueado por trabajadores que exigen el pago de aguinaldos, esa palabra que ella desconoce porque nunca ha percibido uno, vive al día vendiendo verdura afuera de su casa.

Con un rebozo enrollado en su cabeza y un vestido a flores que se ve debajo de su mandil, sus débiles brazos apenas soportan la bolsa de costal en la que lleva su mercancía, mientras a lo lejos ve a hombres y mujeres que también se resguardan del sol, bajo la sombra de los camiones que atravesaron para protestar.

“Ellos no saben lo que algunos tenemos que sufrir para llegar a nuestra casa y ganarnos el pan de cada día, no sé qué quieren ni porqué cierran la calle, pero ya no aguanto cargar la bolsa, vengo caminando desde allá”, dice mientras señala la larga carretera que la trae desde la Central de Abasto.

Vive en San Juanito y sus vecinos la conocen como “Doña Lupita”, vende verduras en una pequeña mesa que coloca en su puerta. Sola, sin hijos o algún familiar que pueda auxiliarla, recorre todos los días el mismo camino para adquirir la mercancía que durante el día ofrece a sus clientes.

“Ahora ya no sé si se va a vender todo”, expresa mientras sus cansados ojos miran para todos lados como buscando una respuesta a sus escasas preguntas mientras sigue caminando.

Alguien la reconoce en ese mismo camino y la alcanza, es un vecino que también a paso lento avanza hacia su casa y que le aligera la carga cuando toma la pesada bolsa y se la echa al hombro. “Gracias mi´jo”, dice mientras le toma del otro brazo y sigue caminando, ahora ya no tan sola, ya tiene con quien platicar mientras llega y afortunadamente, sin el peso de esas verduras que hoy, serán su sustento.

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